realización, reflexionó Shevek, es una función del tiempo. La búsqueda de placer es circular, repetitiva, atemporal. La variedad que persigue el espectador, el cazador de emociones, el sexualmente promiscuo, siempre concluye en el mismo lugar. Tiene un final. Llega al final y tiene que volver a empezar. No es un viaje y un retorno, sino un ciclo cerrado, un claustro, una celda.