Quizás formo parte de una tribu urbana –le dijo una tarde a Malena, la protagonista de la obra en la que actuó aquella vez con quien empezó a verse más seguido–, mujeres adultas que nos sentimos adolescentes, haciendo malabares con los billetes y leyendo señales en las constelaciones, un poco víctimas de nosotras mismas, un poco acusadoras.