Pero ¿cómo vamos a controlar nuestros sentimientos?, interrumpe Mariche.
Agata prosigue: ¿… por desobedecer a nuestros maridos al irnos de Molotschna, porque no estamos del todo convencidas de que eso sea desobedecer? ¿O de que exista siquiera la desobediencia?
Ah, pero sí que existe, dice Mariche.
Sí, como palabra, replica Salome, como concepto y como acción, pero no es la palabra adecuada para definir nuestra partida de Molotschna.
Podría ser una palabra, dice Mariche, para definir nuestra partida.
Cierto, replica de nuevo Salome, una palabra entre tantas. Pero es una palabra que utilizarían los hombres de Molotschna, no Dios.
Eso es verdad, dice Mejal, Dios la definiría de otra forma, nuestra partida.
¿Y cómo crees que definiría Dios nuestra partida?, pregunta Ona.
Como un tiempo de amar, un tiempo de paz, dice Mejal.