En el siglo XVI el tráfico de oro y plata proveniente de América hacia España era frecuente. Los cargamentos cruzaban el Mar del Norte desde Nueva España (México) y también desde el virreinato del Perú. Muchas de las embarcaciones naufragaron en los mares tenebrosos de lo que ahora se conoce como Atlántico. Sus cargamentos quedaron esparcidos por algunas islas y en las profundidades del océano, producto de los huracanes y tormentas, pero también de los enfrentamientos con corsarios y piratas. Uno de esos enormes tesoros yace en una isla camino a las Bahamas, el sitio y lo que allí se encuentra está en un diminuto pergamino que escondió Giulio Clovio, el pintor miniaturista más famoso de la historia. Permaneció oculto por casi quinientos años dentro de un microscópico reloj que fue a parar a manos de un coleccionista.