Esta obra propone que a partir de 1930 el algodón hizo una gran contribución al poblamiento del norte mexicano, favoreció la formación de mercados de trabajo y de tierras, propició la movilidad social, impulsó la urbanización y dio lugar a un optimismo desbordado entre las oligarquías norteñas. También da cuenta de que el episodio algodonero, mayoritariamente norteño, obedeció sobre todo a la conexión con el mercado mundial.