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Elaine Vilar Madruga

Las cavidades

Aricia está recuperándose de una cesárea. Tiene la sensación de que su cuerpo ha cambiado, pero también su manera de percibir el mundo y la relación con Mauro, su esposo. Al volverse madre, siente que su cabeza se aleja cada vez más de su cuerpo y se da cuenta de que es parte de un linaje de mujeres de cabezas flotantes que se reúnen periódicamente desde hace varias generaciones. Paralelamente, en su día a día, Aricia no puede evitar escudriñar minuciosamente su entorno y, a través de una serie de sensaciones nuevas, se adentra en experiencias eróticas que oscilan entre el sueño y la realidad, el pasado y el presente, mientras intenta entender su herencia y la historia de las mujeres de su familia.
168 trykte sider
Oprindeligt udgivet
2023
Forlag
Bookmate

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Vurderinger

  • Francisco Barrenahar delt en vurderingfor 8 måneder siden
    👍Værd at læse
    🎯Læseværdig

    ¡Está bueno! Muy crudo, muy intenso. Muy sexual en el primer tercio. Aborda el tema de la maternidad con un enfoque muy distinto al tradicional, donde todo es color de rosa. Narrado con un lenguaje sencillo y un estilo ameno. Algunas ideas muy descabelladas, pero eso es lo interesante de escribir, y de leer.

  • louovick1206har delt en vurderingfor 9 måneder siden

    Mi profe es bella y una maravillosa escritora.... 🍀

  • Sam Rayashar delt en vurderingfor 9 måneder siden
    👍Værd at læse

    Perfecto!!

Citater

  • Emysaied65har citeretfor 9 måneder siden
    Va a ser una cicatriz bonita
  • johaasepulveda75har citereti forgårs
    Aricia se vio reflejada en aquel experimento del monito. Igual que el Nuevo Prometeo chimpancé, ella apenas podía sentir. Las manos de la enfermera eran solo parches anestesiados sobre sus tetas. La enfermera se esforzaba más y más. Quizás deseaba arrancarle alguna palabra de agradecimiento, tal vez un gemido, cualquier cosa que no fuera aquella indiferencia. El masaje se hizo áspero. Los pezones se agrandaron bajo las manos de la mujer que susurraba, cada vez más cerca, mamacita, ya casi, mamacita. Luego, Aricia notó una pequeña explosión de líquido que le manchó la ropa. Tardó en identificar de qué se trataba. La humedad en sus pezones era liberadora y se preguntó si la enfermera los había humedecido con saliva, pero los diminutivos que estallaban en la boca de la otra mujer de inmediato la sacaron del engaño, ya ve usted, mamacita, que sí se podía y sí se pudo; ahora la bebecita puede ponerse a comer, así deja de llorar y usted luego se me duerme un ratico.
  • Sofia Arreolahar citeretsidste måned
    de lo que sobrevivió de ella luego de la larga penitencia de la maternidad

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