El enamoramiento siempre precede al amor. El enamoramiento es agudo, aéreo, jubiloso, ofuscante, fatigado, pero la mayoría de las veces se desvanece pronto sin dejar huella. Es parecido a una ilusión de prestidigitador o a la alucinación pasajera de una droga. El amor, en cambio, es grave, denso y perdurable. Está lleno de posos que se quedan en alguna parte del cerebro y que vuelven siempre a la memoria o al corazón.