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Norman Mailer

Los Tipos Duros No Bailan

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  • martehar citeretfor 5 år siden
    Un frío norteño cubría la calma, hablándonos de aquellas eternidades situadas más allá de la eternidad, en donde los reinos del magnetismo están helados y quietos.
  • martehar citeretfor 5 år siden
    aquel instante en que mi corazón volteaba como uno que hubiera tocado un cable de alta tensión, sentí un lejano acorde de exaltación y predestinación: Él existe, o Ello existe, Ellos andan sueltos. Para mí quedó confirmado que esa vida que vivimos con todo nuestro ingenio, con todos nuestro sentido y afán, es sólo la mitad de nuestra vida. La otra mitad está en otra parte.

    Mi prime
  • martehar citeretfor 5 år siden
    Ese fue el momento en que comprendí, como jamás lo había hecho, que no teníamos un alma, sino dos, la del padre y la de la madre —¡por lo menos!—, la del día y la de la noche, si es que lo prefieren así. Bueno, no se trata de un enunciado de dualidades, sino de decir que yo poseía dos almas que eran igual que un tronco de caballos mal emparejados, así que cuando uno decía sí, el otro decía no, y el pobre cochero no era ni más ni menos que mi propia persona, que tenía que tomar una decisión: sí, lo haría,tenía que hacerlo. No hubiera podido volver a soportar los desgarrones que sufrió mi alma antes de decidirme a emprender la escalada de la torre.
  • martehar citeretfor 5 år siden
    —¿Te acuerdas de la guía del camarero? —me preguntó.

    Asentí con la cabeza. Cuando tuve mi primer empleo de camarero, mi padre me la explicó. «Tim, procura acordarte de lo siguiente: en Nueva York, las cosas se suceden así: de doce a una de la noche: fisgones que espían a mujeres o parejas; de una a dos: incendios; de dos a tres: atracos a mano armada; de tres a cuatro: peleas en los bares; de cuatro a cinco: suicidios, y de cinco a seis: accidentes de automóvil.» Me la grabé en la cabeza, y me fue útil.
  • martehar citeretfor 5 år siden
    Mi padre me apuntó con el dedo y dijo:

    —¿Lo ves? Ya decía yo...

    El alcohol tan tempranamente ingerido había levantado angelicalmente los ánimos de mi padre, quien dijo:

    —Muy bien, el hijo gana este asalto a los puntos.

    —Es que sé bailar —dije.

    —Ya me acuerdo. Costello, ¿verdad?

    —Justo.

    —Ahora no estoy seguro de saber el verdadero significado de esas palabras. Hace seis meses me dijeron que dejara de beber o, de lo contrario, era hombre muerto. Dejé de beber. Pues bien, cuando me acuesto, los espíritus salen de sus escondrijos y forman un círculo alrededor de mi cama. Luego, me hacen bailar durante toda la noche.

    Al tratar de reírse, tosió. Era una tos que parecía provenir de lo más hondo de sus pulmones.

    —Y yo les digo: «Los hombres duros no bailan», y ellos me contestan: «Baila, hipócrita, baila, sigue bailando.»

    Fijó la vista en los destellos de luz en el whisky, como si allí pudiera encontrar espíritus emparentados con los que agitaban su sueño. Suspiró y dijo:

    —La enfermedad me ha quitado hipocresía. ¿Sabes qué pienso de los maricones? Pues que la mitad de ellos son tipos valientes. El marica nato ha de tener cojones para portarse como un maricón. Si es marica nato. Si no se porta como un maricón, se casa con una chica con aspecto de ratón, que no tiene el valor suficiente para ser tortillera, los dos se dedican a trabajar como psicólogos, y tienen unos hijos que son niños prodigio y juegan con toda clase de aparatos electrónicos. Si eres un marica nato, sé maricón. Y celebra una fiesta de puesta de largo. Son los otros los que condeno. Los que tendrían que ser hombres, pero les falta valor. Se supone que has de ser hombre, Tim. Eres hijo mío. Tienes ventaja sobre los demás.

    —En mi vida te había oído hablar tanto.

    —Es que, en realidad, apenas nos conocemos.

    —Sí, hoy me pareces un desconocido.

    Y era verdad. Su gran cabeza ya no quedaba embellecida el recio cabello blanco, de un blanco con el decadente lustre del marfil y la nata. Ahora tenía una cabeza enorme y calva. Más parecía un general prusiano que un tabernero irlandés.
  • martehar citeretfor 5 år siden
    —Muchacho, cuando las noticias son tan malas que nadie puede hacer nada por evitarlas, tienes que arreglártelas solo.
  • martehar citeretfor 5 år siden
    Cuando se lanzaron sobre el perro y sobre mí, Nissen lleva una navaja en la mano, y Stude una llave de ruedas. El perro y yo jamás nos habíamos encontrado en una situación semejante de alianza entre animal y hombre que puede implicar morir juntos, pero Trucos no me abandonó.
  • martehar citeretfor 5 år siden
    —¿Imaginas que puedes ganarme en un duelo de groserías?

    —Sí, nosotros lo hacemos más a fondo.

    La verdad sea dicha, tenía ganas de contárselo. Y no porque le tuviera miedo (la marihuana me decía: «Has ido demasiado lejos para tener miedo de nadie»), sino porque sentía curiosidad.
  • martehar citeretfor 5 år siden
    —Lo que más me molesta es que, si no me equivoco, me la follé delante de Pangborn.

    —Me molesta tener que citar frases de negros, pero Cassius Clay dijo: «No eres tan tonto como pareces.»

    —¿Qué quieres decir?

    —No permitas que mi elogio te embriague
  • martehar citeretfor 5 år siden
    —Yo también soy estrecho de miras y, en cuanto la vea, alguien se va a llevar una racha de bofetadas. —Me dirigió una mirada de soslayo, como diciéndome: «Muchacho, puedes tomarles el pelo a otros, pero conmigo tienes que ser leal.»
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