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Vasili Grossman

El infierno de Treblinka

n verano de 1944, en su avance hacia Berlín, el Ejército Rojo llegó al lugar que había ocupado el Campo de Exterminio de Treblinka, donde unos 800.000 judíos fueron asesinados. Los responsables nazis del campo lo habían arrasado con el fin de eliminar todo vestigio. Sin embargo, son muchos los testimonios de lo que allí había ocurrido y poco a poco van apareciendo las pruebas que lo confirman. Vasili Grossman, que durante la guerra ha viajado con las tropas soviéticas para describir en sus crónicas lo que ocurre en el frente, será el encargado de reconstruir el relato de lo acontecido en Treblinka. De esta forma, Grossman será con El infierno de Treblinka el primer cronista en relatar al mundo entero los horrores del exterminio.
Setenta años después de la liberación de los campos de exterminio, reeditamos en volumen independiente uno de los textos más decisivos de Grossman extraído de su libro Años de guerra.
70 trykte sider
Oprindeligt udgivet
2017
Udgivelsesår
2017
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Citater

  • Adal Cortezhar citeretfor 3 måneder siden
    Los SS se ensañaron con crueldad con los sublevados del gueto de Varsovia. Separaron a las mujeres y a los niños del grupo y los condujeron no a las cámaras de gas, sino a los lugares donde se quemaban los cadáveres. Obligaron a las madres enloquecidas de espanto a llevar a sus hijos a las vigas al rojo vivo, sobre las que, en medio de las llamas y del humo, se retorcían miles de cuerpos muertos, donde los cadáveres, como si revivieran, se removían y se retorcían, donde los vientres de las embarazadas muertas reventaban a causa del calor y los niños fallecidos antes de nacer ardían en el vientre abierto de sus madres. Este espectáculo era capaz de trastornar el juicio de la persona más templada, y los alemanes consideraban con toda razón que iba a impresionar cien veces más de lo que ya lo estaban a las madres; éstas intentaban tapar los ojos de sus hijos, quienes se lanzaban hacia ellas y gritaban enloquecidos: «Mamá, ¿qué va a ser de nosotros, nos van a quemar?». ¡Dante en su infierno no presenció semejante cuadro!
    Los alemanes, después de distraerse con este espectáculo, quemaban a los niños.
  • Adal Cortezhar citeretfor 3 måneder siden
    Habría sido deseable que en esos minutos terribles aparecieran en el edificio de «gasificación» el Papa de Roma, mister Breilsford y todos los demás defensores humanitarios del hitlerismo, naturalmente en calidad de espectadores.
    Hubieran podido enriquecer sus sermones humanitarios, sus libros y los artículos con nuevos argumentos. El Santo Padre, que guardaba un silencio tan benévolo mientras Himmler asesinaba a la humanidad, habría podido calcular en cuántas partidas podían los alemanes hacer pasar por Treblinka a toda la administración del Vaticano. ¡Grande es la fuerza del humanitarismo, que no muere mientras no muere el hombre!
  • Adal Cortezhar citeretfor 3 måneder siden
    Los vicios y los terribles crímenes cometidos por estas gentes tuvieron su origen en las taras del carácter nacional alemán.

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