El afuera

Compartir todos los días a toda hora con otros es el antídoto perfecto para el «amor» en cualquiera de sus formas. Incluso las más elevadas. La veneración, dicen, es anterior al conocimiento. Nunca se podrá venerar algo a lo que se conoce demasiado.

Cada vez que M. quiere señalarme una fisura honda, un defecto irremediable, un pozo oscuro en la moral, me dice: «Al final, sos igual a lo que escribís». Y sabe que me hiere.

Dentro de los muchísimos efectos secundarios que trae la maternidad, hay uno que me cae muy simpático: te baja el copete.

No tuve que parir para entender que, por mucho que uno intente elevar su experiencia, la maternidad rara vez se diferencia de la egolatría, ya sea en su costado victimista o en su costado narcisista.

Una frase fresca, en boca de una criatura, cobra la forma de un concepto nudoso y fermentado en la cabeza de un adulto loco por legitimarse.

. Una ruina, pero al revés. Las ruinas expresan añoranza de pasado –acá se erigió Roma–, y esa frase expresa, en cambio, añoranza de futuro.

El parque era el máximo radio permitido cuando se flexibilizaron las primeras restricciones. Nos hicimos una colección de recorridos marcados por un solo criterio: más plantas, menos personas.

preguntó si me animaba a hacerlo yo, él me mandaría un tutorial. ¿Cuál era el riesgo? Si podaba mal, podían producirse crecimientos desmedidos: brotarían nódulos inflamados de los costados del muñón. Imaginé plantas de miembros retorcidos, como en los cuen

En inglés, fideicomiso se dice trust. Siempre usan palabras más bonitas

–Porque los virus se heredan, ¿sabías?
No sabía. Pero después investigué, y sí: un virus puede modificar el ADN de un organismo y transmitirlo a su descendencia.
–Los traumas también se heredan, ¿sabías? –le dije.

Amar y odiar al mismo tiempo es algo que nos sale bien a las hijas.