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Salvador Novo

Viajes y ensayos, I

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  • Ivana Melgozahar citeretfor 11 dage siden
    Porque a poco que se medite, descúbrense muchas y válidas razones para que las ciudades, como los hombres que las forman y habitan, se enfrenten por inescapable determinismo a un incómodo dilema: o la cripta honorable, o la vida imprevisible: o la momia, o el hombre: o el museo, o la urbe; razones que se van ejerciendo en el curso del tiempo y del espacio para alejar al hombre, y a las ciudades, de la muerte, a costa de irlos despojando de cuanto pueda congelarlos con su hálito, y al precio de irles imprimiendo los moldes de una adaptación imprescindible a su supervivencia, y por ella condicionada. Desde Tenochtitlan —y a diferencia de Mitla, de Chichén, de Teotihuacan, conservadas en el frigorífico de los siglos—, ha sido el destino de México sobrevivir a costa de transformarse. El empeño, por lo visto, vale la pena.
  • Ivana Melgozahar citeretfor 25 dage siden
    al intuir que la belleza es forma y color expresivos, y que para crearla, no hay material indigno, ni inútil.
  • Ivana Melgozahar citeretfor 25 dage siden
    Nuestro itinerario era urbano; y si ahora andábamos más o menos por sus “afueras”, es porque la inmortal primavera que perseguíamos por remate y coronación de esa visita, reside húmeda, indígena, apacible, tristona, en este Xochimilco que pugna por seguir recordando que el Anáhuac que deslumbró a los conquistadores, y que les hizo evocar a Venecia, se asentaba, como Xochimilco, sobre agua.
  • Ivana Melgozahar citeretsidste måned
    ¿No es esta confusión, este romántico fausticismo, una de las formas cautivadoras y legítimas en que la ciudad escatima su rendición a los extraños, y sólo al precio de conquistarla poco a poco, de cortejarla, de amarla mucho, entrega al fin su rico secreto —recatado y difícil— a quienes la adoramos tal como es?
  • Ivana Melgozahar citeretsidste måned
    ¿No es esta confusión, este romántico fausticismo, una de las formas cautivadoras y legítimas en que la ciudad escatima su rendición a los extraños, y sólo al precio de conquistarla poco a poco, de cortejarla, de amarla mucho, entrega al fin su rico secreto —recatado y difícil— a quienes la adoramos tal como es?
  • Ivana Melgozahar citeretsidste måned
    Algún árbol superviviente, respetado, caduco, aislado, nos indicaba que todo aquello —hasta hace tan poco como lo evidenciaba la edad visible de las casas— había sido un jardín, el de la Tabacalera
  • Ivana Melgozahar citeretsidste måned
    Con fina gracia, la ciudad se cierra, se ataja, las avenidas, con un edificio que lo vale. Así, desde San Francisco (Madero) se puede avizorar el bello oasis del Palacio Nacional; o desde el 20 de Noviembre, la catedral; o desde el 5 de Mayo, el Palacio de Bellas Artes; o desde la Juárez, el Monumento de la Revolución. No nos gusta, como a los yanquis, la monotonía en serie de una avenida, de una calle, sin principio ni fin, de un Main Street. Las rematamos con un broche de oro, y sin duda por eso hubo en la Colonia tantas calles cerradas de esto y de lo otro de las que muchas sobreviven. Una comunicación larga, o las que sean indispensables para vincular armoniosamente a la ciudad, sí, por supuesto.
  • Ivana Melgozahar citeretsidste måned
    miró al pueblo en el Zócalo amotinarse o exaltarse, manifestar su vida, protestar o aplaudir, reunirse jubiloso o aguardar entre vendimias y llovizna el Grito de la noche patriótica del 15, y el alborear lleno de cohetes del Año Nuevo. Las horas de México —trágicas, dichosas, intensas— siguen sonando, aun ya sin que se les escuche (como un discreto corazón) desde el reloj y desde la desterrada campana del Palacio; y lucen áureas y fervientes desde la catedral. Tianguis, plaza; audiencia, excomunión, gobierno; ajetreo de caballos y coches antes, hoy de mercaderías y automóviles; colmenar siempre, en el Zócalo se labra y acendra y destila la miel de México.
  • Ivana Melgozahar citeretsidste måned
    Pero aquí las cosas se hicieron a lo grande, y a todo lo largo de su costado oriente se explaya este Palacio Nacional cuya “estatura de niño y de dedal” dejó de ser el calificativo justo que era cuando se lo aplicó en su Suave patria un López Velarde que moriría —tan joven, tan rubicundo en su jacquet— en vísperas de que ese niño creciera un piso y recuperara su tezontle para vestir de gala en cuanto, pasadas las Fiestas del Centenario de la Consumación de la Independencia, en 1921, el reformador, comodino Pani, le puso la mano encima y lo hermoseó entre 1923 y 1926.
  • Ivana Melgozahar citeretfor 4 måneder siden
    Su deseo, que no se expresaba como el de ver una determinada película, sino como el de conocer los locales en que se exhiben aquellas mismas que él ya pudo haber visto, o ir a ver pronto en su tierra, me indicaba sin proponérselo que estos lugares de vasta y pública concurrencia son fundamentales e importantes en la vida de una ciudad, la expresan, la contienen, la manifiestan, la condicionan a tiempo que se subordinan a ella.
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