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Elena Medel

Las maravillas

  • Brenda Jiménezhar citeretsidste år
    Busca en sus bolsillos sin encontrar nada. Vacíos los del pantalón, también los del abrigo: ni siquiera un pañuelo de papel húmedo, arrugado. En la cartera apenas guarda un euro, otra moneda de veinte céntimos.
  • Mariana Nomáshar citeretfor 3 år siden
    Con el tiempo ha aprendido a reconocer su oficio: arreglar lo que otros ensucian. Le gusta borrar las manchas en el suelo, que las ventanas filtren más luz. Se siente útil, y siente que lo hace bien. Le gusta que sus manos lo hagan posible, y le gusta repetir la misma mecánica, la mente en blanco cubículo a cubículo; a veces se fija en la manera en la que la espuma brota del agua, o en el trazo levísimo con el que se diluye la lejía.
  • Mariana Nomáshar citeretfor 3 år siden
    Mi hija no se mueve, no me habla, no sabe quién soy. Está encerrada en la fotografía.
  • Mariana Nomáshar citeretfor 3 år siden
    Así que no: nunca me encontré a mujeres como nosotras, quiero decir. ¿A qué te refieres, María? A mujeres pobres. Incluso para protestar hay que tener dinero
  • Grecia Trianahar citeretfor 3 år siden
    Aguantamos un año más después de aquello. Así que no: nunca me encontré a mujeres como nosotras, quiero decir. ¿A qué te refieres, María? A mujeres pobres. Incluso para protestar hay que tener dinero.
  • Grecia Trianahar citeretfor 3 år siden
    Empecé a pensar en lo que se hablaba en las reuniones, y empecé a apuntar algunos nombres de escritores que se mencionaban, ellos y otros hombres con los que yo tenía menos relación, en la asociación y en los bares donde tomábamos algo. De un escritor yo saltaba a otro, y a otro, y las conclusiones se las contaba siempre a este hombre, a mi pareja, Pedro se llamaba, y las debatía con él. Él las ponía en común a la reunión siguiente: qué listo, está hecho un catedrático, todos le admiraban. Yo callaba, porque en su voz sonaba mejor todo lo que yo hubiera dicho con la mía. Empecé a tomar café con algunas mujeres, con tu abuela, con otras amigas, en los salones de unas y de otras, en mi casa, y allí hablábamos de temas más nuestros, que a ellos les interesaban poco: el divorcio, el aborto, la violencia, no solo de golpes sino también de palabras. Tu madre empezó a recomendarme libros que le descubrían en la carrera, en la universidad, y seguí leyendo, y me di cuenta de que conforme más pensaba por mi cuenta, más incómodo se sentía Pedro.
  • Marta Rimoldihar citeretfor 4 år siden
    huelga de consumo, vale, pero no que la huelga me consuma a mí, se quejaron.
  • Marta Rimoldihar citeretfor 4 år siden
    seas quien seas, vieja, para ti no soy nadie. Bórrame como si me hubiesen escrito a lápiz en el margen de las ofertas del supermercado: un gesto, y ya no existo. Vieja, tu acento, tu barbilla: no existo
  • Marta Rimoldihar citeretfor 4 år siden
    tenía la sensación de que muchas veces sus mensajes omitían a las mujeres del barrio, a las mujeres mayores que ya necesitaban no cuidar sino que las cuidasen, a las mujeres inmigrantes, a las mujeres gitanas, a aquellas cuyos cuerpos no quedaban bien en las fotografías de las actividades que se compartían en las redes
  • Marta Rimoldihar citeretfor 4 år siden
    les pareció una idea hermosa: no una convocatoria directa en la estación, sino un camino de todas desde el mismo barrio en el que viven y por el que trabajan, sumándose a otras mujeres a las que no conocen, pero con las que comparten horas en asociaciones, rellenando formularios, buscando soluciones para los problemas de las demás
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