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Bøger
Eloy Pérez Ladaga

Historias del Heavy Metal

De la afición por lo infernal al consumo de drogas y alcohol a raudales, el campo del metal está sembrado de excesos y vidas licenciosas. La imaginación de estos muchachos, a la hora de vivir al límite no tiene precio. Cualquier cosa con tal de salir de la monotonía y convertirse en una estrella de la música.

Ese particular descenso a los infiernos de grupos como Metallica, Black Sabbath, Judas Priest, Motörhead y otros más, así como de alguno de sus componentes queda retratado en las páginas de este libro de forma amena y divertida por quien pasa por ser uno de los periodistas musicales de mayor proyección. El autor ha sabido elevar la anécdota, la curiosidad y la nota a pie de página a historia principal de uno de los géneros musicales que mayor trascendencia ha tenido en los últimos cincuenta años.

• Ronnie James Dio: Feo, bajito y genial.

• Alice Cooper, «una linda y dulce niñita escondiendo un hacha a su espalda».

• Great White: La banda con peor suerte del mundo.

• Motörhead y un funeral vikingo.

• Manowar: mitología nórdica y épica motera.
379 trykte sider
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Oprindeligt udgivet
2019
Udgivelsesår
2019
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Citater

  • Nickolay Ovchinnikovhar citeretfor 3 dage siden
    Ross Robinson fue una pieza importante en el sonido del grupo en sus dos primeros trabajos, pese a que en ocasiones su forma de trabajar levantara ciertas ampollas. Incluso se cuenta que cuando se reencontraron más de quince años después durante la grabación de Korn III: Remember Who You Are, les apretó tanto las clavijas que acabó por hacerles llorar (lo cual no parece ser especialmente difícil para estos chicos).
  • Nickolay Ovchinnikovhar citeretfor 3 dage siden
    Sin duda lo fue, y para corroborarlo ahí quedaron esos dramáticos últimos minutos de la canción que cierra Korn (1994) y que, según el día, pueden hundirte en la más absoluta miseria.
  • Nickolay Ovchinnikovhar citeretfor 3 dage siden
    Hacia el final del tema Davis tuvo una crisis y prorrumpió en un llanto incontrolable; lejos de detener las cintas, el productor Ross Robinson siguió grabando e indicó a la banda en la sala contigua que no dejase de tocar, mientras el vocalista se desmoronaba.
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