Ahora hay un «museo Marcos» en Filipinas (Le Monde de ayer). Se muestra a la gente el palacio del exdictador y su esposa. La razón oficial es despertar la indignación ante la riqueza y el lujo, pero en realidad prima el goce: ver todo aquello de lo que se carece y tener derecho a reírse de ello, a apropiárselo mediante la palabra y la mirada. Así, el interés de los y las visitantes del «museo» se centra ante todo, casi exclusivamente, en la ropa interior de seda de Imelda, la mujer de Marcos.