Plegarias Atendidas

general, el tema de mis cuentos era el polo opuesto a mi carácter, es decir, eran cuentos tiernos y tristes.

los ejercicios faciales sean todos una estafa. Chupar pollas es el único eficaz. No es ninguna broma. No hay nada como eso para dar firmeza a las mandíbulas.

curas, pasando incluso por un guapo jardinero negro.

A los siete u ocho años, más o menos, ya había conocido toda la gama, desde numerosos chicos mayores, hasta varios curas,

Me cogió un hombre que conducía un Cadillac blanco descapotable. Un tipo robusto con la nariz partida y la tez enrojecida y pecosa

este asunto me considero más un reportero que un participante, pues como participante casi no importo.

Quizá me cambie de habitación. Quizá ascienda

mientras ella era fuerte porque estaba segura de sus dones, yo era débil y paranoico porque no estaba seguro de los míos, y porque ella sabía que una verdad repentina que me dijese sería mortal.

—Preferiría tener —me dijo Miss Langman— dos tenedores realmente buenos, a tener una docena que sólo fuesen sencillamente buenos. Por eso hay tan pocos muebles en estas habitaciones. Sólo puedo vivir con lo mejor, pero no puedo pagarlo en las cantidades necesarias. De todas formas, el desorden es algo totalmente ajeno a mi naturaleza.

Al poco de casarnos, descubrí que había una excelente razón por la que sus ojos tenían aquella maravillosa serenidad de retrasada mental. Era una retrasada mental. O casi, maldita sea. Con toda seguridad, no era ninguna lumbrera.