Esta obra es la primera historia social, cultural y política de la muerte en una nación que hizo de ella su símbolo tutelar. Mediante el examen de la historia y del símbolo de la muerte, este innovador estudio marca un hito en la comprensión del rico y singular empleo que hacen los mexicanos de la imaginería de la muerte. A diferencia de los europeos y estadounidenses contemporáneos, cuya negación de la muerte impregna sus culturas, el pueblo mexicano muestra y cultiva una familiaridad jovial, una intimidad que se convirtió en la piedra angular de su identidad nacional.