—¿De verdad?
—Sí, Sam, de verdad. Y hace mucho frío y estoy muy nervioso y te eché de menos más de lo que debería en las últimas treinta y siete horas, así que si puedes responder algo, te lo agradecería.
Mi respuesta es obviamente sí. Pero mi cabeza está revuelta por todas partes y me asusta decir la palabra en caso de que todo se rompa. Entonces, en su lugar, lo beso. Y enseguida me rodea con sus brazos, y está nevando, y es Navidad, y estamos en un maldito cementerio y yo tengo una chaqueta que no es adecuada porque solo está encima de mis hombros y mis dedos se están congelando y… cuando nos separamos, me doy cuenta de que estoy llorando, o sea, mucho.