es
Bøger
Guy de Maupassant

Buen amigo (Bel ami)

Georges Duroy, un ex suboficial que ha servido en Argelia, malvive en París con un empleo sin futuro. Tres francos con cuarenta céntimos es lo que tiene en el bolsillo al empezar la novela, lo que equivale «a dos cenas sin almuerzo, o a dos almuerzos sin cena, a elegir». Pero un fortuito encuentro con un antiguo compañero del ejército, que ahora es redactor político de un periódico influyente, va a cambiar su vida. Iniciado por su amigo en el periodismo, ese oficio de «quienes despachan la comedia humana cobrando por líneas», se encuentra de pronto rozando los círculos del dinero y el poder. Joven y apuesto, pronto descubre que a través de las mujeres «se llega más deprisa»; ve, además, que, aunque no le sobren luces ni talento, lo importante para triunfar es «el deseo de triunfar». Buen Amigo (Bel-Ami) (1885) avanza a golpes de deseo y de ambición, «vanidad halagada y sensualidad satisfecha»: bajo su férula caen amantes, matrimonios, herederas y ministros. Maupassant dijo que su héroe era «un aventurero parecido a los que vemos cada día por París y que se encuentran en todas las profesiones existentes». Siguen encontrándose en todas partes, y por eso esta magnífica novela no ha perdido ni un ápice de vigencia.
395 trykte sider
Oprindeligt udgivet
2022
Udgivelsesår
2022
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Citater

  • Natalia Ligahar citeretsidste år
    –Piense en todo esto, joven, piense en ello días, meses y años y verá la existencia de otra manera. Así que intente desprenderse de todo lo que lo tiene encerrado, haga ese esfuerzo sobrehumano de salir vivo de su cuerpo, de sus intereses, de sus pensamientos y de la humanidad entera para mirar hacia otro sitio y entonces se dará cuenta de qué poca importancia tienen las disputas de los románticos y los naturalistas y la discusión del presupuesto.
  • Natalia Ligahar citeretsidste år
    Mire, toda esa gente es mediocre porque tiene las ideas emparedadas entre el dinero y la política.
  • Natalia Ligahar citeretsidste år
    el dueño era un hombre adinerado a quien la prensa y el cargo de diputado habían servido de palanca. Convirtiendo en arma la campechanía, siempre había maniobrado tras una careta sonriente de buen hombre, pero para acometer sus empresas, cualesquiera que fueren, no empleaba sino a personas a quienes ya había sopesado, probado y visto venir, a quienes hubiera notado retorcidas, audaces y dúctiles.

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