La conformista

me sentía culpable de haber traído al mundo un ser que, ahora lo veía, era tan indefenso y frágil que me estremecía pensarlo, que sufriría, por supuesto que sufriría, sufriría como todos, y tarde o temprano se moriría, como todos. Y yo no quería que sufriese y no quería que se muriese, yo quería protegerla de todo, ahuyentar todos los peligros, mantenerla entre mis brazos para siempre, segura, dormida e inocente.

necesitaba demasiada fe para creer en la resurrección de la carne en esta época de medicina avanzada, adulterios fáciles, una moral que es como la fibra óptica, con un poco de maña se dobla y se hace pasar por donde haga falta,

Estar bien está bien cuando no has pensado que podrías estar mejor, que quizá te has conformado demasiado pronto y con demasiado poco. Estar bien es una cuestión de perspectiva: cuanto más estrecho de miras eres, mejor estás, supongo.

Otra vez ese gesto, ese encogimiento de hombros dejado a medias que me sacaba de quicio. Todo lo hacía a medias, ese hombre, todo se lo quedaba dentro, todo lo dejaba pasar, incluso cuando su familia se quedaba sin vacaciones:

nosotros olíamos a pollo al ast, de la misma manera que los futbolistas van por el mundo con las piernas torcidas, los paletas llevan las uñas grises de polvo de cemento y los camioneros tienen el brazo izquierdo quemado por el sol