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Jon Anderson

La caída de Bagdad

  • Victor Avilés Velazquezhar citeretfor 7 måneder siden
    Entre los iraníes a los que entrevisté, muchísimos sospechaban que la invasión de Irak planeada por Bush era el primer paso hacia el conflicto inevitable con Irán. En aquel momento, su inquietud no dejaba de tener cierta lógica: al pronunciar el discurso sobre el estado de la nación en 2002, el presidente Bush había incluido a Irán, junto con Irak y Corea del Norte, entre los países del denominado eje del mal. A partir de entonces, los políticos y los medios de comunicación americanos habían estado debatiendo abiertamente sobre la posibilidad de un «cambio de régimen» en Irán.
  • Victor Avilés Velazquezhar citeretfor 7 måneder siden
    A través de los siglos, el destino de Irak ha estado inextricablemente unido al de Persia –el Irán moderno–, su vecino del este, mucho mayor en tamaño. Las fronteras entre ambos países han sido demarcadas sobre las líneas de falla de la historia, y este límite territorial, cultural y político tiene una historia extraordinariamente pródiga en sangre. No sólo se trata de la frontera natural entre los mundos de habla árabe y persa, sino que además traza una línea divisoria en el propio islam, que separa a una y otra comunidad musulmana chií. Los chiíes forman la mayoría de la población en ambas naciones, pero en Irak han estado sometidos a los suníes, sus viejos rivales en lo tocante a la supremacía islámica, durante gran parte de los últimos cuatrocientos años.
  • Victor Avilés Velazquezhar citeretfor 7 måneder siden
    Por mucho que ahora los países occidentales pusieran el grito en el cielo por el armamento de destrucción masiva en poder de Sadam Husein, ningún pueblo había sufrido los efectos de ese armamento en mayor medida que los iraníes durante la guerra de 1980-1988. Mucho antes de que se supiera que Sadam había usado el gas tóxico en la ciudad kurda de Halabya en 1988, con el balance de cinco mil civiles muertos, sus generales habían empleado armas químicas decenas de veces contra los soldados iraníes, matando y lisiando a miles de ellos. Pero en aquellos días, los crímenes de guerra de Sadam solían ser ignorados por las potencias occidentales, temerosas de la creciente influencia de Jomeini en la región, y muchas de ellas, como Gran Bretaña y Estados Unidos, habían llegado a suministrar a Sadam las armas, la información secreta y los conocimientos técnicos necesarios para librar aquella guerra.
  • Victor Avilés Velazquezhar citeretfor 7 måneder siden
    Al final, después de hablar con decenas de iraquíes durante varias semanas, llegué a la conclusión de que en todos se daba el común denominador de un miedo absoluto a Sadam Husein y a las terribles consecuencias que podía reportarles el hablar más de la cuenta. Un iraquí perteneciente al círculo reducido de colaboradores directos de Sadam, un alto cargo con el que contacté a través de un intermediario, estuvo sopesando durante varios días la posibilidad de hablar conmigo. Pero finalmente se negó, haciéndome saber que si se prestaba a la entrevista, existía la posibilidad de que «acabara cayéndose por una escalera». A esas alturas, ya no me quedaba la menor duda sobre el despotismo megalómano y la gran crueldad de Sadam Husein.
  • Victor Avilés Velazquezhar citeretfor 7 måneder siden
    Para la mayoría de los iraquíes, Sadam era una eminencia omnipresente, omnisciente y todopoderosa que vivía entre ellos pero que escapaba por entero a su comprensión. Como los súbditos de una divinidad iracunda, le rendían pleitesía para conseguir su atención, su compasión y su piedad. Escogiendo sus palabras con mucho cuidado, un escritor iraquí me sugirió que estudiase la antigua Mesopotamia a fin de entender el culto a Sadam:

    –Quienes vienen de Occidente, donde la realidad consiste en el hoy y el mañana y el pasado carece de importancia y apenas existe, se equivocan al aplicar a Irak el mismo rasero. Aquí el pasado ha originado el presente y sigue formando parte de él. Aquí crearon a los primeros dioses con rostro humano. Había dioses para el agua, para la agricultura y todo lo demás. Yo los veo como a ministros de Sadam. Aquellos dioses eran el vínculo entre el cielo y la tierra, lo que originó una tradición de tratar a los monarcas como a dioses. El carácter divino se basa en la mezcla del cielo y la tierra. Quizá esto explique lo que usted está viendo en Irak.
  • Victor Avilés Velazquezhar citeretfor 7 måneder siden
    Una década después de la derrota de Irak en la Guerra del Golfo, durante el período oficialmente denominado Era de Sadam Husein, el propio Sadam se había convertido en una figura pública invisible, tan sólo presente en las nocturnas imágenes televisivas en que aparecía reunido con los miembros del Consejo del Mando Revolucionario a su servicio, celebradas en anónimas salas sin ventanas, o recibiendo a sus fieles en uno de sus palacios. Sadam casi no hacía apariciones públicas, y cuando las hacía nunca se anunciaban de antemano. Simplemente aparecía y de nuevo volvía a evaporarse, de modo semejante a como lo haría una deidad. A la vez, Sadam Husein estaba en todas partes.
  • Victor Avilés Velazquezhar citeretfor 7 måneder siden
    En la galería denominada Um al Marik (Madre de Todas las Batallas) –como Sadam había apodado a la Guerra del Golfo–, instalado en la pared, había un mapa electrónico de Oriente Próximo. Al ser iluminado, unas lucecillas rojas señalaban todos los lugares donde los misiles Scud de Sadam habían hecho impacto durante la Guerra del Golfo. Más abajo se indicaba el número total de aciertos.
  • Victor Avilés Velazquezhar citeretfor 7 måneder siden
    Como todos los que habían visitado Irak en la era de Sadam Husein, yo sabía que el país era un verdadero museo de los horrores. El régimen de Sadam era sin duda la tiranía más aterradora que yo había tenido ocasión de conocer de cerca. La única evidencia concreta que tenía de sus crímenes me la habían aportado las crónicas periodísticas y los informes de las organizaciones defensoras de los derechos humanos, pero también la cortina de silencio elocuente y mortal que había encontrado en Irak, donde nadie osaba decir nada en contra de Sadam. Para mí, un silencio así sólo podía ser producto de un grado de temor extraordinario. Un puñado de veces había tenido fugaces atisbos de lo que la gente pensaba de verdad.
  • Roxana Lezamahar citeretfor 3 år siden
    La libertad sólo tiene un valor abstracto a menos que haya un Estado capaz de aprovechar sus beneficios para los ciudadanos
  • Roxana Lezamahar citeretfor 3 år siden
    –. El gobierno tiene que ser firme y estricto. A los asesinos habrá que ahorcarlos en la calle para que el pueblo vea lo que le sucede al que comete crímenes violentos. No puede ser como dicen los americanos: «Abolida la pena de muerte en Irak.» Eso aquí no funciona. El pueblo acatará a un gobierno fuerte, con impacto militar.
    Le pregunté si tenía intención de volver a su patria. Movió la cabeza.
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