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Laura Alicia Gonzálezhar citeretfor 5 måneder siden
Dice el dicho que hay tres cosas que ahuyentan el pesar: ver lo que nunca se vio, oír lo que nunca se oyó y pisar tierra que nunca se pisó. Alá sobre ti.
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cambio de una moneda, los niños cantan la leyenda de Auliya, la sirena que regresó del mar a transformar su aldea en esta ciudad, a la que llamó Jinevera, que en lengua del mar significa El Regreso.
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Leila reconoció en esa hermosa mujer de pelo larguísimo a la adolescente que había abandonado Achedjar hacía diez años. Auliya arrojó el caracol al fondo del pequeño pozo de la aldea.
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Auliya, fiel a la promesa que le había hecho a su madre, regresó. Acompañada de su marido y algunos pescadores, atra vesó de nuevo el desierto
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Nunca se había visto novia más hermosa en aquella aldea de pescadores que la mujer que salió del mar. La comida se sirvió en vajillas traídas de naufragios lejanos por un ejército de tortugas.
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Llamó a uno de los pescadores, al tejedor de redes de la aldea, que había nacido con una extraña cicatriz en el hombro.
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Cuenta la leyenda que, ya convertida en un ser del mar, Au liya bebió el agua de Oléaz, el caracol mágico del que salía un chorro de agua dulce.
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Auliya aprendió también las lenguas de los peces y su voz se convirtió en el canto irresistible de las sirenas.
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Y dicen aquí en Jinevera, cuyas fuentes se escuchan desde lejos y llenan de rumores el desierto, que esta ciudad de aguas milagrosas fue alguna vez aquella aldea miserable llamada Achedjar.
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Auliya se quitó las sedas oscuras que la cubrían y hundió el bastón en la arena. Su sueño venía hacia ella. De un verde im posible, el agua se alzaba, se encorvaba, y con un rugido líquido se deshacía en un blanco manto de espuma, buscándola.