En unas pocas páginas, Vesaas consigue describir con una sencillez y una poesía extraordinarias el proceso de duelo de una niña que no entiende la muerte porque hasta ahora solo ha conocido la vida. Los pensamientos que todos hemos tenido al perder a un ser querido, que yo mismo sentí al salir del tanatorio («¿Cómo puede seguir girando el mundo sin ella? ¿Cómo puede seguir todo inalterable si ella ya no va a volver nunca más ni nunca más nadie va a volver a oír su voz?»)