De un hombre que cabecea, entonces, ¿qué se puede esperar? Nada como no sea una hilera de fragmentos, espesos, en bruto. Que el mundo resplandezca en ellos, si uno de los modos del mundo es el resplandor. Así termina Carta a la vidente relato que cierra este libro imprescindible de Juan José Saer, publicado por primera vez en 1976. Esas palabras, desprendidas de su contexto, sirven para describir los relatos de La mayor. fragmentos luminosos, franjas de vida, ramalazos de asombro; la situación mínima captada con la minuciosa fidelidad de un lenguaje espeso que vuelve extrañas las cosas y los hombres, como si se tratara una cámara oculta capaz de registrarlo todo, la oscuridad y los resplandores del mundo. Otros, ellos, antes, podían. Mojaban, despacio, en la cocina, en el atardecer, en invierno, la galletita, sopando, y subían, después, la mano, de un solo movimiento, a la boca, mordían y dejaban, durante un momento, la pasta azucarada sobre la punta de la lengua, para que subiese, desde ella, de su disolución, como un relente, el recuerdo… escribe Saer. La mayor pone en evidencia un estilo que reinventa la realidad y es reinventado por ella, una escritura que desafía las leyes del recuerdo y de la memoria, y que ha sido reconocida por la crítica especializada como una de las más valiosas y renovadoras en el ámbito de la lengua española contemporánea.