En uno de los primeros cuentos que reunimos en esta selección, un fraile de Salamanca es tentado por el Diablo en una montaña de California allá por 1770 y ve con pesar cómo su misión evangelizadora será pronto reemplazada por «hordas de ismaelitas» con «los ojos azules y los claros cabellos de la raza sajona», que avanzan «empujándose, alboro-tando, jadeando y fanfarroneando». Son los primeros buscadores de oro. En el cuento siguiente, situado en 1850, en un campamento de esos hombres rudos y familiarizados con la desesperación, la única mujer que vive entre ellos da a luz a un niño y muere; alimentándolo con leche de burra, y con un cariño y un afecto inesperados, logran esos mismos hombres sacarlo adelante. Bret Harte ha sido llamado con razón «el Dickens de los pioneros»: ilustrando con humor y sentimiento el coraje y la virtud de los primeros colonos, dio a conocer el salvaje Oeste a los «afectados» lectores de la Costa Este, para quienes California era pura leyenda, e implantó una serie de arquetipos perdurables de lo que entonces que aún era una tierra prometida, aunque ya sacudida por la violencia y el racismo. Estos dieciséis Cuentos del Lejano Oeste son un homenaje a los aventureros, a los tahúres, a los bandidos, a las prosti-tutas, a las maestras… sujetos de una vida tan digna como excepcional.