“El petróleo, la sangre de la tierra, se convierte en tiempos de guerra en la sangre de la victoria.” En 1939, cuando los ejércitos europeos se movilizaban para la guerra, el Servicio Secreto británico intentó impedir la exportación del petróleo rumano hacia Alemania. Fracasaron. En el otoño de 1940 volvieron a intentarlo. Serebin, periodista y escritor ruso, romántico y antihéroe, viaja a Estambul huyendo de una Europa en llamas. Allí, su encuentro con la fascinante esposa de un diplomático francés, le conduce hasta el servicio de inteligencia británico. La misión encomendada, cortar el suministro de petróleo a los nazis, lleva a Serebin y a su amante francesa de los palacios de Bucarest a los prostíbulos de Izmir; de un elegante club náutico de Estambul a los muelles fluviales de Belgrado; de las pistas de patinaje de St. Moritz a las orillas del Danubio envueltas en niebla. Todo el continente es una inmensa red de espionaje. Detrás de cada mirada, de cada gesto, de cada sorbo de café hay una trampa y Serebin tiene que evitar caer en ella, conseguir a cabo su tarea, herir de algún modo el poder del ejército invasor.