La vida en deuda

Dejar de lado la imagen de los vínculos sociales como todo o nada, nos permite apreciar que las relaciones concretas se van logrando constantemente, y también fallando. Esto abre la etnografía a los múltiples modos relacionales en los que viven las personas y, en el juego de estos

Un discurso del «mercado» se puede utilizar retrospectivamente para explicar las acciones de uno hacia los más íntimos en circunstancias en que la capacidad de respuesta se vuelve insoportable. Pero mientras tal justificación de uno mismo en relación con otros desvía esta incapacidad de soportar, también expresa la naturaleza de las mismas relaciones. La posibilidad de negación y desconexión ya están siempre en las relaciones mismas. La separación como una condición de las relaciones no significa que las ideas del parentesco mismo se desintegran, sino que el reconocimiento de otros debe ser renovado repetidamente

corrosivos o resistencias al «individualismo basado en el consumo tan central en la ingeniería social inherente en la reforma neoliberal» (p. xiv). Esa formulación mantiene una oposición entre individuos (como seres humanos autónomos y determinados) y formas de sociabilidad. Si nos distanciamos de esta visión y en su lugar comenzamos a pensar en la fuerza de diferentes modos relacionales, se podrían abrir otros caminos disponibles para la investigación sobre las circunstancias de la escasez material, y se podrían escuchar otras posibilidades de justicia. Al abordar el tiempo y la relacionalidad, se puede producir una comprensión crítica de las morbilidades producidas por el trabajo inestable, salarios impredecibles, el endeudamiento, un sistema de salud discontinuo y a veces incompetente, y la farmaceuticalización de la salud pública.

forma, a través de la paciencia, la espera, el despertar y aguantar, pero también puede ser donde se manifiesta la crueldad: la dificultad de estar en el presente del otr

os individuos están insertos en múltiples relaciones que pueden estar en juego simultáneamente y estas relaciones en sí mismas pueden estar compuestas por diferentes elementos; por ejemplo, la sangre y las tareas cotidianas de cuidado

Las relaciones son vividas en grados de intensidad; no son un todo-o-nada de presencia o ausencia.

este regalo difiere del concepto de «don» de Maus. El pan no era ni un objeto, ni un servicio ofrecido en el interior de «un sistema de moralidad contractual» que sostiene el orden social (Maus y Halls 1990). Más bien, este pan era el trabajo de las manos de la madre por el sustento de la hija: una afirmación de la vida; una actualización del parentesco. El análisis de J

Sin embargo, la selección doméstica no funciona como todo o nada. La expansión de este sentimiento de responsabilidad entre familias pobres urbanas nos muestra qué tan difícil y sutil es el proceso de selección doméstica para los miembros de la familia, así

cuidado como espera recae en esa esperanza que se actualiza en la casa como enfermedad y renovaciones momentáneas. Al encontrarse con la decepción de la esperanza, ese cuidado puede transformarse en las condiciones a través de las cuales un pasado de violencia estatal se actualiza en un presente propio

Con la mudanza, Florcita y la señora Flora han ideado –por el momento– una nueva forma de sostener la proximidad mientras mantienen a Kevin lejos de la casa. De esta forma, ellas forjaron una nueva oportunidad de vida –de una forma diferente– apostando nuevamente por lo cotidiano ante un futuro incierto.
Poner atención a las tensiones entre esperar y las constantes demandas de las deudas, la escasez y las múltiples obligaciones familiares, revela cómo las relaciones íntimas de la casa se construyen simultáneamente, son posibles a través de los mecanismos de crédito, y también son amenazadas por ellos. Moverme con estas relaciones en el tiempo me permitió prestar atención a la fuerza de la posibilidad en las relaciones íntimas. Podríamos llamarlo