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Simon Leys

La felicidad de los pececillos

«Zhuang Zi y el maestro de lógica Hui Zi se paseaban por el puente del río Hao. Zhuang Zi observó: "¡Mira lo felices que son los pececillos que se agitan ágiles y libres!". Hui Zi objetó: «Si no eres un pez, ¿de dónde sacas que los peces son felices?». «Como tú no eres yo, ¿cómo puedes saber lo que yo sé de la felicidad de los peces?». «Te concedo que yo no soy tú y que, por tanto, no puedo saber lo que tú sabes. Pero como tú no eres pez, no puedes saber si los peces son felices». «Retomemos las cosas des­de un principio—replicó Zhuang Zi—. Cuando me has preguntado '¿De dónde sacas que los peces son felices?', la forma misma de tu pregunta implicaba que sabías que yo lo sé. Pero ahora, si quieres saber de dónde lo sé, pues bien, lo sé desde lo alto del puente"". Simon Leys es una singular voz libre, empeñado en desenmascarar lugares comunes, distorsiones morales y ciegos apriorismos. Autor de una docena de libros, en especial sobre arte y cultura chinas, pero también sobre literatura, el mar y la navegación, escribe regularmente para diversas publicaciones, entre las que destacan La Quinzaine Littéraire y el New York Review of Books. Sus paseos literarios, sus reflexiones sobre el arte y sus crónicas de diversa y variopinta consideración que hoy presentamos en lengua española dan siempre cuenta de una afilada inteligencia y una no menos inextinguible curiosidad en las que, en palabras de J. -F. Revel, «la ciencia y la clarividencia se mezclan maravillosamente con la indignación y la sátira».

«Si les interesan los libros asombrosos, brillantes y lúcidos, además de imprevisibles, corran a buscarlo, es igual que no sepan nada del autor: no les defraudará".
Xavier Antich, “La Vanguardia”

«Un libro menudo y delicioso. Se trata de veintiocho crónicas plagadas de sabrosas anécdotas referidas a artistas, pensadores y escritores. Un libro más de Acantilado imprescindible en nuestra particular y especial biblioteca».
Fulgencio Argüelles, “El Comercio”

“La felicidad de los pececillos es puro ingenio”.
Félix de Azúa, “El Boomeran”

“Una gozada de librito cuya lectura les pido con vehemencia”.
Francisco García Pérez, «La Nueva España»

“Un libro muy sugestivo”.
Jordi Llavina, “AVUI”

«Un puñado de textos de una frescura y originalidad poco habituales. Inteligencia y sentido común a raudales. Muy recomendable».
Manuel Arranz, “Levante”

“Un tesoro impagable”.
Jaime Alejandre, “El Norte de Castilla”

«No he salido de ninguno de estos artículos sin haber sonreído alguna vez o haber aprendido algo nuevo. El libro tiene un carácter humanístico muy destacable, y contiene mucha sabiduría, en el sentido más extenso de esta palabra».
Ismael Grasa, «Heraldo de Aragón»

«No podrán separarse de él. Lo volverán a leer porque es un libro asombroso y brillante».
“Levante”

«Yo ya sabía que La felicidad de los pececillos me iba a proporcionar, a su vez, unas horas de felicidad a mí, puesto que me venía muy recomendado por alguien que sabe mucho de libros. Cuando abrí el volumen por el índice y encontré títulos como Elogio de la pereza, El éxito es vulgar, Los cigarrillos son sublimes, Los escritores y el dinero o El imperio de lo feo, me dije: éste es mi libro. Y ya caí rendida en sus páginas al leer sobre su gusto por la información disparatada. Cada página superaba la anterior».
Neus Canyelles, "Última Hora"

“Libro tan amable como luminoso”.
José Carlos Llop, “Diario de Mallorca”

«Una auténtica joya que recomiendo encarecidamente».
Eric Gras, «Mediterráneo»

“Hay libros de los que cuesta separarse. Por lo que me concierne, uno de ellos es La felicidad de los pececillos”.
Luis M. Alonso, «La Opinión»
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2019
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2019
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Citater

  • Adal Cortezhar citeretsidste år
    Para quienes se dedican a la literatura como si fuera su oficio (lo que fue mi cruel maleficio desde los veinticinco años), es ciertamente el más duro, el más caprichoso y, efectivamente, el más abominable de todos los oficios, por la simple razón de que no habría tenido que constituir jamás un oficio. Se supone que un hombre no debe vivir de su pluma, como no debe vivir de su conversación, o de la manera en que se viste, se pasea o viaja. No hay ninguna relación entre la función de las letras y su resultado económico. No hay ninguna relación entre la calidad, o la mediocridad, o la importancia de una obra literaria, y las sumas que se pagan por ella. Tal relación no sería natural y de hecho no existe. Cuando la gente dice que la buena literatura no se vende, están orillando la cuestión. A veces la buena literatura se vende bien, y a veces la pésima literatura se vende igual de bien. Ocurre que libros importantes se venden bien, y sucede que libros absurdos, ridículos y falsos se venden también muy bien. Lo cierto es simplemente que las ventas de un libro no tienen nada que ver con la calidad de dicho libro. La relación entre la excelencia o la pertinencia de una obra literaria y el número de sus lectores en un momento dado no es una relación causal: es un capricho imprevisible.
  • Adal Cortezhar citeretsidste år
    FE La gente que va a rezar para propiciar la lluvia raramente se provee de impermeables.
  • Adal Cortezhar citeretsidste år
    LAS MÁS ALTAS INTELIGENCIAS no dicen menos tonterías que el común de los mortales; simplemente, lo hacen con más autoridad.

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