salvador emmanuel cabrera rodriguezhar citeretfor 3 år siden
Había sólo de mi parte deseo, pero un deseo que para abrirse camino requería del socorro de la palabra, palabra en este caso imposible.
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Pero me consolé pensando que sólo tenían derecho a la decadencia quienes habían conocido el esplendor.
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Nuevos niños vinieron y armaron sus juegos en la calle triste. Ellos eran felices porque lo ignoraban todo. No podían comprender por qué nosotros, a veces, en la puerta de la casa, encendíamos un cigarrillo y quedábamos mirando el aire, pensativos.
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Pero, ¿no decía un escritor famoso que las cosas más pequeñas son las que más nos atormentan, como, por ejemplo, los botones de la camisa?
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—Yo soy eso, sencillamente, eso y nada más, nunca lo olvides: un trasto.
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A lo más, me limitaría a pintar rayas rojas en una pizarra negra, esperando confiado los resultados que produce en la mente humana toda explicación que se funda inexorablemente en la cábala.
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Ribeyro señaló que en realidad el fracaso es mucho más frecuente que el éxito y por eso hay que prestarle atención y no rehuirlo.
Javier Rodriguezhar citeretfor 3 år siden
Sergio descubrieran el paralelismo de sus vidas y la consanguinidad de sus espíritus.
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abía una vez un hombre que sabía algo. Por esta razón lo colocaron en un púlpito. Después lo metieron en una cárcel. Después lo internaron en un manicomio. Después lo encerraron en un hospital. Después lo pusieron en un altar. Después quisieron colgarlo de una horca. Cansado, el hombre dijo que no sabía nada. Y sólo entonces lo dejaron en paz”.
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Interrogado al respecto, Ribeyro señaló que en realidad el fracaso es mucho más frecuente que el éxito y por eso hay que prestarle atención y no rehuirlo.