En su arquitectura Alvar Aalto se preocupaba por todos los sentidos de una manera consciente. Su comentario sobre las intenciones sensoriales de su diseño de mobiliario revela claramente esta inquietud: “Un objeto de uso doméstico cotidiano no debe tener reflejos de luz demasiado brillantes, como tampoco debe transmitir sonidos desagradables, etc. Además, un objeto que ha de estar en contacto directo con el cuerpo humano no tiene que estar hecho de un material de alta conductividad térmica”.149 A Aalto le interesaba más claramente el encuentro del objeto con el cuerpo del usuario que la simple estética visual.
La arquitectura de Aalto exhibe una presencia muscular y háptica. Incorpora dislocaciones, enfrentamientos sesgados, irregularidades y polirritmias con el fin de suscitar experiencias corporales, musculares y hápticas. Sus elaborados detalles y texturas superficiales, trabajados para la mano, invitan al sentido del tacto y crean una atmósfera de intimidad y calidez. En lugar del idealismo cartesiano desencarnado de la arquitectura del ojo, la arquitectura de Aalto se fundamenta en el realismo sensorial. Sus edificios no se basan en un único concepto dominante o Gestalt, sino que son aglomeraciones sensoriales. Incluso a veces parecen torpes e irresueltas como dibujos, pero están concebidas para ser apreciadas en su verdadero encuentro físico y espacial, “en la carne” del mundo vivido, no como construcciones de una visión idealizada.