Madison y sus colegas comenzaron el Preámbulo a la Constitución con las siguientes palabras «Nosotros, el pueblo…». Con ello intentaban simular que el nuevo gobierno representaba a todos los americanos. Esperaban que este mito, al ser dado por bueno, aseguraría la «tranquilidad doméstica».
El engaño continuó generación tras generación, con la ayuda de los símbolos globales, bien fueran de carácter físico o de carácter verbal: la bandera, el patriotismo, la democracia, el interés nacional, la defensa nacional, la seguridad nacional, etc.