Te Doy Mi Corazón

—Por lo menos siempre escribe cosas simpáticas de ti. Si no, podría tener que darle caza y expulsarla del país.

—¿Te das cuenta de que me han mencionado doscientas treinta y dos veces en Whistledown?
Él paró en seco.
—¿Has llevado la cuenta?
—Doscientas treinta y tres si contamos la vez después del baile de máscaras.
—No me puedo creer que las hayas contado.

—Los cinco —dijo ella, asintiendo— vamos a ser seis.

Desternillándose de risa, Sophie bajó corriendo la escalinata de piedra que llevaba al jardín de atrás de la casa Bridgerton. Después de tres hijos y siete años de matrimonio, Benedict todavía la hacía sonreír, todavía la hacía reír, y seguía persiguiéndola por toda la casa siempre que se le presentaba la oportunidad.

—¿Te hace ilusión casarte conmigo, o es simplemente la mención en Whistledown lo que te entusiasma tanto?

La amaba. Repentinamente el mundo era un lugar muy sencillo. La amaba y eso era lo único que importaba.

—¡Qué hermosa eres! —musitó—. Eres todo lo que he soñado en mi vida.

—Siete suena tremendamente parecido a nueve.
—Benedict…
—En realidad, suena más parecido a once.
—¡Benedict!

—Pero le dijimos a tu madre…
—Que estarías en casa a las nueve.
—Creo que dijo a las siete.
—¿Sí? ¡Qué raro, yo oí nueve!

Hundió la cara en su pelo, aspirando su aroma; olía a…
Olía a…
Se apartó.
—¿Te apetecería darte un baño?