Rita Indiana

Nombres y animales

Dinamitando desde la base el realismo mágico, pero nutriéndose, en cierto sentido, de su absoluta libertad fabuladora, la escritora dominicana Rita Indiana construye en esta prodigiosa novela, que supera los logros de su libro anterior, Papi (Periférica, 2011), un edificio narrativo gobernado por una entrañable adolescente (que, desde las primeras páginas, se vuelve fundamental en nuestra vida de lectores) y habitado por una familia tan peculiar como, aunque suene a contradicción, y ya entenderán por qué, “corriente”.
Mientras los padres de la protagonista dejan el Caribe para visitar la Exposición Universal de Sevilla de 1992, ella se emplea en la clínica veterinaria de sus tíos Fin y Celia, dos personajes dibujados con una precisión y un humor únicos, marca de la autora.
Historias rocambolescas, animales sin nombre, hijos ilegítimos, haitianos maltratados, amantes de otro tiempo… y también de éste. Y, por supuesto, como en todos los veranos a esa edad, el descubrimiento del sexo. O sea, Armenia, Radamés, Vita, Guido, Cutty, Mandy, Uriel, Claudia… Magia y estupor unas veces; misterio y deseo otras. Una doble vuelta de tuerca al tema del culebrón latinoamericano y al tema de la novela de iniciación. Una novela apabullante, escrita en estado de gracia.

«Un personaje femenino muy bien sostenido por esa mirada adolescente donde el hastío y el asombro, la exaltación y la tristeza, la sensualidad y el pasmo se suceden en una danza cuyo ritmo nunca afloja.»
Rodrigo Pinto, El País
«Hay muchos modos de dar cuenta de la realidad y muchos de ellos, además de estériles, se revelan generadores de atroz aburrimiento. No figura entre ellos el de la dominicana Rita Indiana. Para Indiana, contar el Caribe es, en primer lugar, dar rienda suelta a todos los lenguajes que lo recorren, desde los más ancestrales a los coloquiales de impronta anglosajona. Pero también es escoger personajes que tengan la suficiente energía vital para reproducir la increíble vitalidad de las sociedades caribeñas.»
Eugenio Fuentes, La Nueva España.
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Oprindeligt udgivet
2020
Udgivelsesår
2020
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  • oriana Vázquezhar delt en vurderingfor 3 år siden
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  • oriana Vázquezhar citeretfor 3 år siden
    n domingo de ésos doña Moni le trajo un sobrinito de dos años a la puerta, «mira, perrito», Mauricio vio aquella cosita que había estado durmiendo en la cama de Moni, con las sábanas de Moni, en el cuarto de Moni, y Mauricio en un segundo olió a Moni y en Moni el perfume y en el perfume químicos como arañitas de hierro diciendo «fuá», y debajo del perfume el sudor de Moni, capas y capas de rastros de lociones, jabones y sudores ajenos que ni el agua ni el ácido de batería arrancan de la piel, picapollo, wasakaka, ajo, pimienta, enemocada, yuca con cebollita, envases de foam, fábrica de foam, sillas de plástico, marquesinas con grasa, el algodón, el detergente con que se lavó el t-shirt, la mano de Mela, la lavandera de Moca, tierra negra, lombrices de tierra, Moca, leche, tetera de goma, leche cortada, leche empegotada, azúcar, olor a hormiga, olor a aceite y talco y el olor de una encía nueva por donde empieza a salir un diente, y cada olor era un rascacielos en la nariz de Mauricio y encima del olor a gente, del olor a niño y a Moni, estaba el olor a óxido de hierro de la puerta, el olor a cemento de la casa y el olor de todos los trabajadores haitianos que un día la levantaron, el humo de la calle y los vecinos con el café puesto, la tinta negra de los periódicos que había en el suelo de la cocina, las veintitrés medicinas que Moni tenía en el botiquín del baño y allá al fondo de todas las cosas, la mancha de curry en el pasillo.
  • oriana Vázquezhar citeretfor 3 år siden
    se acordó de Palola y se incorporó listo para estar allí con Palola, poner sus dos patas en el pecho de Palola, mover las patas a toda velocidad hasta que los olores a alcanfor, Anais Anais, trementina, cloro, cedro, mimbre, gamuza con moho, restos de una salsa curry que se derramó hace tres años en el pasillo y licra que provenían del cuarto de Moni, y que Mauricio reconocía con claridad, se le metieran dentro. Pero esa cosa que estaba entre él y Palola seguía allí y seguiría allí para siempre.
  • oriana Vázquezhar citeretfor 3 år siden
    uando Tío Fin se ha ido y estoy sola en el hospital, quiero decir, sola con el gato, abro la libreta donde a veces dejo algunos nombres en remojo. Si ya los he gastado todos, apunto unos cuantos más

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