Creo que hay una forma de vivir en relación con los semejantes y consigo mismo, que si no concede la felicidad, le proporciona al individuo que la practica una especie de poder mágico de dominio sobre sus semejantes: es la sinceridad. Ser sincero con todos, y más todavía consigo mismo, aunque se perjudique. (...) Interróguese siempre, en el peor minuto de su vida, lo siguiente: ¿soy sincero conmigo mismo? Y si el corazón le dice que tiene que tirarse a un pozo, tírese con confianza. Siendo sincero no se va a matar», escribió en el aguafuerte «La terrible sinceridad