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Mauro Entrialgo

Malismo

Llamamos «malismo» al antiintuitivo mecanismo propagandístico que consiste en la ostentación pública de acciones o deseos tradicionalmente reprobables con la finalidad de conseguir un beneficio social, electoral o comercial.

Quizás sea en política donde el desarrollo de este fenómeno asentado en la última década en Occidente resulta más llamativo. Una representante pública entiende la destrucción de las infraviviendas de las personas sin hogar como un acto autopromocional. Otra aumenta su aceptación popular tras calificar de «mantenidos subvencionados» a los desfavorecidos afectados por una pandemia. Un alcalde se jacta de que no hará nada en absoluto por aquellos estudiantes y trabajadores que no pueden acceder a una vivienda digna en la ciudad que él gestiona. El insultar a alguna minoría o mostrarse contrario de forma muy agresiva a consensos de mínimos como la justicia social o la Agenda 2030 es hoy en día tendencia en la propaganda política.

Pero el malismo está también muy presente en cualquier forma de comunicación a pequeña o gran escala. Una compañía aérea se mofa en sus redes sociales de las quejas de sus propios clientes. Los bares de moda ostentan nombres canallitas. En los concursos de televisión son bien recibidas las figuras de poder que humillan a sus concursantes. El nuevo cristianismo neopentecostal que triunfa en nuestros barrios no es ya una supuesta religión de amor sino una de declarado odio al diferente. Soldados sionistas difunden con orgullo pruebas audiovisuales de sus propios crímenes de guerra.

Lo malote ha dejado de ser solo un sistema ingenioso para vender el producto musical de un grupo de jóvenes punks de barrio o un vídeojuego gamberro. Es ahora una eficiente fórmula publicitaria dominante que, además, no se dirige ya contra los poderosos, sino que es una herramienta común utilizada por estos.
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Oprindeligt udgivet
2024
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2024
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Vurderinger

  • Maia Emily Ortega Villafanihar delt en vurderingfor 2 måneder siden
    👍Værd at læse

    Me encanta como se usa el sarcasmo para profundizar y conectar con el lector

  • Milena Mercedezhar delt en vurderingfor 2 måneder siden

    Me super encanto

Citater

  • lilianaholguin123456har citeretfor 3 måneder siden
    a jóvenes, añade a un largo historial
  • Lucas Molina Munerahar citeretfor 1 time siden
    El reinventado Joker de esta película sufre abundantes penurias y vejaciones, hasta que un día se cansa y es él el que se dispone a humillar y asesinar a otras personas con la finalidad de que se le note menos lo soplapollas que sigue siendo. Todo esto aderezado con trajes y maquillajes de colores chillones, bailes histriónicos a ritmo de glam rock setentero y palabrería vacía epatante. Apostaría que el recado de esta parábola audiovisual pregona que, si eres un pobre pringado acosado por matones asquerosos, no dejas de ser un pobre pringado por convertirte tú en un matón todavía más asqueroso. Pero una cantidad abrumadora de incels y otros ultras misántropos interpretaron el largometraje como una oda aprobatoria de su apuesta por el rencor violento y adoptaron el rostro del personaje como avatar representativo de su identidad. El malismo es así. Se nutre de entendederas no especializadas en dilucidar mensajes sutiles o imprecisos.
  • Lucas Molina Munerahar citeretfor 1 time siden
    En 2019, el largometraje Joker, dirigido por Todd Phillips, reelaboró por enésima vez —al margen de cualquiera de los cánones conocidos del Universo DC— el origen de este famosísimo payaso supervillano, némesis del hombre murciélago. La idea central no es originalísima, pero sí de flamante actualidad. Combina con ingenio la estructura de ficción del vengador ochentero comentada hace unos párrafos con la realidad de la comunidad incel del siglo XXI. La subcultura de los autonominados célibes involuntarios agrupa a jóvenes varones heterosexuales frustrados por no haber podido mantener nunca relaciones sexuales con mujeres. Achacan la culpa de esta circunstancia personal a varios factores, pero principalmente a las mujeres. En especial, a aquellas con las que han mantenido algún tipo de relación amistosa o sentimental, pero que, por lo que fuera, no les apeteció follar con ellos. De ese resentimiento surge un odio considerable por la humanidad que se exterioriza en distintos grados: desde la simple invectiva machista en streaming hasta el asesinato en masa con armas de fuego. Varios autores de conocidas matanzas se han autoclasificado en internet con anterioridad a sus crímenes bajo la etiqueta incel. En 2014, el veinteañero Elliot Rodger, que en distintas localizaciones de Isla Vista (California) acabó con la vida de cuatro hombres y tres mujeres, explicó en un vídeo que subió a YouTube las razones por las que creía que todo el mundo, excepto otros incels, merecía la muerte. Las mujeres, por rechazar sus proposiciones de fornicio, y los hombres sexualmente activos, por disfrutar de una existencia mejor que la suya. Se desconoce cómo, a la hora de elegir a qué varones apuñalar, fue capaz de distinguir entre los hombres con activa vida sexual y el resto.

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