Por tanto, quiero inventar modos de ejercer violencia no sanguinarios y no demasiado peligrosos para la vida de los que la hacen. El sabotaje, por ejemplo, no debe hacernos pensar enseguida en bombas. Es también posible, y más sencillo, sabotear el mercado no comprando productos publicitados por Mediaset, pongamos por caso, o incluso por la rai. Ciertamente, cosas como no tomar en el avión una bebida de la Nestlé pueden parecer poco, pero son lo único que nos queda para rebelarnos contra este orden, que se nos impone cada vez más, junto con controles, disciplina social, escuchas.