La fundamental falta de instrucción de Hitler se manifiesta también de otro modo. Tuvo, naturalmente, la posibilidad de invitar a los eruditos alemanes de cualquier campo para aprender de ellos e incrementar sus conocimientos. Pero según los informes de Schramm como de Speer, evitó casi totalmente hacer eso[296]. Se sentía incómodo con quienes eran sus iguales —o superiores— en algo, como suele suceder con los carácteres narcisistas y autoritarios. Tenía que estar en una posición donde pudiera hacer el papel de infalible; si eso no era posible, la discusión ponía en peligro el edificio entero de su finchado conocimiento, como lo hubiera hecho un libro serio.