, la célula se parece mucho a un huevo frito: tiene una clara (el «citoplasma»), que está llena de agua y proteínas, de las que se alimenta, y una yema (el «núcleo»), que guarda la información genética que nos hace quienes somos. El citoplasma bulle como una calle de Nueva York. Está atiborrado de moléculas y vasos que continuamente transportan enzimas y azúcares de una parte a otra de la célula, haciendo circular agua, nutrientes y oxígeno dentro y fuera de la célula. Esas pequeñas fábricas citoplasmáticas trabajan las veinticuatro horas del día, los siete días de la semana,