Amamos contemplar el azul, no porque este avance hacia nosotros, sino porque nos atrae hacia él», escribió Goethe, y puede ser que tenga razón. Pero no me interesa la nostalgia por vivir en un mundo en el que ya vivo. No quiero sentir anhelo por cosas azules, y Dios no lo permita, por ningún «azulismo». Sobre todo, quiero dejar de extrañarte.