es
Bøger
John M. Barry

La gran gripe

El arma más fuerte contra la pandemia es la verdad. He aquí el relato definitivo de la epidemia de gripe de 1918.
Magistral en su amplitud de perspectiva y profundidad de investigación, La gran gripe nos proporciona un modelo preciso y esclarecedor ahora que nos enfrentamos a nuevas pandemias.
Como concluye Barry: «La última lección de 1918, una simple pero la más difícil de ejecutar, es que los que tienen autoridad deben conservar la confianza del público. La forma de hacerlo es no distorsionar nada, no tratar de poner la mejor cara, tratar de no manipular a nadie. Lincoln lo dijo el primero y lo dijo mejor. Un líder debe hacer concreto cualquier horror que exista. Solo entonces la gente podrá desarmarlo».
En el apogeo de la Primera Guerra Mundial, el virus de la gripe más letal de la historia estalló en un campamento del Ejército estadounidense en Kansas, se trasladó al este con las tropas, luego explotó y mató a unos cien millones de personas en todo el mundo. Mató a más personas en veinticuatro meses que lo que el sida ha asesinado en veinticuatro años, más en un año que la gente muerta por la peste negra en un siglo. Pero esto no era la Edad Media, y 1918 marcó la primera colisión de la ciencia y la enfermedad epidémica.
La gran gripe es, en última instancia, una historia de triunfo en medio de la tragedia.
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Oprindeligt udgivet
2020
Udgivelsesår
2020
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Citater

  • Miguel Ángel Vidaurrehar citeretfor 4 år siden
    Skull and Bones, posiblemente la sociedad secreta más oscura de Estados Unidos, le reclutó y permaneció fiel a ella durante toda su vida. Quizá eso calmó su afán de «pertenencia». En cualquier caso, su temprano deseo de encajar sería después sustituido por la aut
  • Leoncio Vázquezhar citeretfor 4 år siden
    El hospital se quedó sin camas libres y el personal sanitario comenzó a caer enfermo
  • Miguel Ángel Vidaurrehar citeretfor 4 år siden
    En 1871, Harvard creó el primer laboratorio de medicina experimental que hubo en una universidad americana, pagado por el padre del profesor, pero el instrumental acabó arrinconado en una buhardilla. Ese mismo año, el profesor de Anatomía Patológica de Harvard confesó que no sabía utilizar un microscopio.[47]

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