De la felicidad en las pequeñas cosas

Todo en mí puede ser. Pero yo no soy aún el o la que podría ser a partir de mi ser. Todo lo que hay en mí se lo presento a Dios. No juzgo nada, no reprimo nada. Se lo presento a Dios con la esperanza de que su amor lo penetre todo en mí y lo transforme todo en mí».

A los monjes les gusta la imagen del árbol. Dicen que las tentaciones son como la tormenta, que obliga a nuestro árbol a hundir sus raíces más profundamente en la tierra.

. En la actualidad, nuestra vida está condicionada por muchos juicios autoimpuestos o que nos imponen los medios.

Modifico las condiciones de mi vida para que me pueda transformar, para que pueda ser cada vez más quien realmente soy.

o que rechazo en mí, sigue colgado de mí. Solo se transforma si lo acepto con amor y humildad.

sobre las causas de mi insatisfacción.

. Las vemos como superiores a nosotros o como hostiles, como hipócritas, como rivales.

odo el mundo me tiene que amar. Debo ser perfecto» (Jaeggi,

Todo lo que fue me ha convertido en lo que soy ahora.

«No te hiere quien te avergüenza ni quien te pega, sino solo las representaciones de que te hieren» (Epícteto, 31)