Todos quieren a Daisy Jones

La verdad a menudo se encuentra, aunque nadie la reivindique, en el punto medio.

DAISY: No tenía el más mínimo interés en ser la musa de alguien.

No soy una musa.

Soy ese alguien.

Fin de la maldita historia.

Nos encanta la gente que es hermosa y está rota.

BILLY: Cuando la presencia de alguien te provoca sacudidas, cuando encabrona algo dentro de ti, como a mí me pasaba con Daisy, puedes transformar esa energía en lujuria, amor u odio.

Para mí lo más cómodo era odiarla. Era mi única opción

ya nadie me pide que le firme las tetas. Bueno, a veces Lisa, pero solo lo hace porque me quiere. Y yo lo hago porque hay alrededor de un millón de tipos a los que les habría encantado firmar las tetas de Lisa en algún momento de sus vidas. Y yo intento tenerlo siempre presente.

Y entonces me puse a llorar. Porque alguien me entendía.

Miré a Camila y parecía que iba a llorar.

—¿Estás triste? —le pregunté.

—Una parte de mí desea que quisieras tener hijos, porque mis hijas me hacen tan feliz... Pero creo que para que tú seas tan feliz como yo, necesitas cosas distintas. Y quiero que las tengas, sean las que sean.

—¿Vas a dejar tú al grupo para ponerte a criar a este bebé?

No respondió.

Eso fue todo.

KAREN: Era nuestro bebé pero era mi responsabilidad.

Pero en aquella ocasión, al apretar su pecho contra el mío, sentí que mis tetas estaban hinchadas. Me dolían. Y lo supe. Simplemente lo supe.