Se paraliza la respiración a cada párrafo, a cada secuencia manteniendo la expectación por lo que sucederá. Unas vacaciones de mal agüero.
Increíble. No hay mucho para decir, con leer las primeras páginas ya te das cuenta de la calidad de historia que estás leyendo. La desesperación de saber qué está pasando, qué es real y qué no.
¿Se puede desconocer a alguien de la noche a la mañana? ¿Las relaciones entre madres e hijos se rompen? ¿Qué hace que esto ocurra? ¿Se puede proteger a los hijos de todo mal? ¿Siempre hay que “esperar lo peor” y actuar en consecuencia a esto?
Algo me quedó claro, no estoy lista para ser madre todavía.
Leer a Samanta siempre es una garantía de sorpresa y realmente crea suspensos que nunca sabes cómo van a continuar. De acuerdo a cosas que me han platicado otras amigas y a mi propia lectura, el libro trata sobre la vivencia de la maternidad en tanto protección además de ser una expresión con respecto al daño ambiental tan fuerte que hubo en Argentina (y que bien podríamos observar en todo América Latina de diferentes formas). Si me parece una exploración del instinto de protección maternal muy angustiante, precisamente porque a pesar de ser una ficción, he conocido madres que en momentos que justamente tensan su "distancia de rescate" así lo viven. Y básicamente, ese concepto, "distancia de rescate" me parece simplemente genial y muy claro en sí mismo. Si recomendaría el libro como lectura de terror argentina (más que latinoamericana) y también sobre maternidad. Me tardé mucho en sentarme a leerlo a consciencia después de que varias amigas lectoras me lo recomendaran, pero valió totalmente la pena: Samanta es experta en crear mucha intensidad es pocas páginas, y yo simplemente amo leerla.