En Busca De Sky

Ya, como si eso fuera posible. Sky, eres mi alma gemela, mi compañera, no puedes desentenderte de mí.

—¿No?

¿Y cuándo ibas a decirme que eres una savant?

Vuelve a casa antes de que anochezca, ¿entendido?

Entonces Zed me subió la correa del bolso hasta el hombro y el estómago me dio un vuelco. Fue un gesto con el que parecía estar marcando territorio. ¿Y qué significaba aquello de que Zed Benedict se mostrara simpático conmigo?

Seguí mi camino, procurando no preocuparme porque estuviese anocheciendo y él pareciera empeñado en pisarme los talones. No me perdió de vista hasta que llegué a la puerta de casa; entonces se fue zumbando, ejecutando una cabriola que hizo que el caniche de un vecino ladrara como si le hubieran electrocutado.

El recepcionista me dio un empujoncito de ánimo en el umbral y se marchó, añadiendo:

—No dejes de sonreír, Sky.

no buscaba el aura de la gente como hacía de pequeña, y cuando perdía el control, fingía que no la veía. Me había vuelto normal; bueno, casi..

Había ocultado los detalles más extraños de mi personalidad, como lo de los colores con los que soñaba.

No has tenido en cuenta que son Dios y la naturaleza quienes se encargan de todo; sentirás lo que tengas que sentir cuando estés preparada

Tengo que cuidar mi imagen, ¿sabes? Creo que podría haberme enamorado de ti aquella tarde en el aparcamiento. No hay nada más atractivo que una mujer enfadada.