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Chigozie Obioma

Los pescadores

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  • b8536115414har citeretfor 21 timer siden
    Oí decir una vez que el corazón de un hombre enojado no late con energía, sino que inhala y se hincha como un balón, pero al final se desinfla. Eso sucedió con mi hermano. Pues por la mañana, cuando oí su voz, salí corriendo al salón para ver con mis propios ojos que había vuelto un hombre empapado, indefenso, afligido.
  • b8536115414har citereti går
    En aquellos primeros días de la metamorfosis de Ikenna, todos confiábamos en que la mano que sujetaba su corazón, que se había cerrado como un puño, pronto se abriría
  • b8536115414har citereti går
    Lo que estaba consumiendo a Ikenna era un enemigo infatigable, oculto dentro de él, aguardando su momento mientras urdíamos y llevábamos a cabo nuestra venganza sobre Iya Iyabo. Empezó a ejercer el control el día que Ikenna cortó los lazos con Obembe y conmigo, manteniendo solo a Boja a
  • b8536115414har citereti går
    se quejó del monstruo que habían creado los ingleses al conformar Nigeria como una totalidad,
  • b8536115414har citereti går
    estimaba y veía como mentor. Zik, como lo llamaban, estaba en un hospital en Enugu. Padre fue implacable. Lamentó los pobres servicios sanitarios del país. Insultó a Abacha, el dictador, y despotricó sobre la marginalización de los igbo en Nigeria
  • Pakohar citeretfor 3 måneder siden
    Akure. El 12 de junio se convirtió en un día trascendental en la historia de Nigeri
  • Pakohar citeretfor 3 måneder siden
    Pauline Adaku Agwu
  • Pakohar citeretfor 3 måneder siden
    volvió aquel día. Durmió en algún lugar que nunca reveló.
  • Pakohar citeretfor 3 måneder siden
    llegado a creer que ahí fue cuando apareció la primera marca en la frontera entre
  • Pakohar citeretfor 3 måneder siden
    mbilla se posó en él, mi mirada fue a parar al calendario anual: aunque era marzo, el calendario seguía en la página de febrero, que tenía la foto del águila en pleno vuelo, con las alas extendidas, las patas estiradas, las garras dobladas, y los marcados ojos zafiro mirando fijamente a la cámara. Su grandeza se desplegaba sobre la vista del fondo como si el mundo le perteneciese y fuese quien lo había creado todo: un dios con alas y plumas. Pensé entonces, con cierto miedo abrumador, que algo cambiaría en un momento fugaz, y trastocaría aquella calma interminable
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