Hay también un «logos», una racionalidad, de tal modo que la Palabra nos lleva a su propia comprensión. Esto quería decir por una parte que la filosofía existencialista, con su énfasis sobre el momento, tenía que ser abandonada; y, por otra parte, que la teología podía y debía buscar el modo de entender la Palabra de Dios, y de elucidar su significado, no a base del existencialismo o de cualquier otra filosofía, sino a base de la «lógica de la fe»