Zorba el griego

¡Qué amarga pócima tener que separarse poco a poco de los seres queridos; mejor sería cortar de cuajo y quedarse de nuevo solo, en el ambiente que es connatural al hombre, la soledad!

era capaz de derribar, y derribaba, todas las barreras—moral, religión, patria—que ha erigido el hombre desdichado y miedoso, para transitar sin muchos daños por su mísera vida

instinto creativo, cada mañana renovado, de mirarlo siempre todo como si fuese por primera vez

Vente conmigo; allá, en el Cáucaso, miles de los nuestros están en peligro

alma más grande, el cuerpo más dotado, el
grito más libre que yo haya conocido en mi vida

el corazón del hombre es una fosa cerrada,

Veo el nombre y, de golpe, el mar azul añil de Creta se agita y zarandea mi mente

Como si quisiera conjurar la muerte, su muerte

Seguí la voz parca, fría, humana de la sensatez

Pero no fui; de nuevo no me atreví. No tomé el tren, no seguí el grito divino y bestial que salía de mi interior