El fin de la procreación es el levantamiento de la individualidad del ser; pero la naturaleza, que con su existencia conduce al levantamiento de esta individualidad, no la sustituye por lo general, sino por otra individualidad. Los huesos, los músculos, etc. producen un movimiento; son causas, pero producidas, a su vez, por otras causas, y así sucesivamente, hasta el infinito. Pero lo general las encuadra como momentos que, indudablemente, se dan en el movimiento como causas, pero de tal modo que el fundamento de estas mismas partes no es otro que el todo. No son ellas lo primero, sino que lo primero es el resultado en que se plasma la savia de la planta, etc., como en el nacimiento sólo aparece como producto, en cuanto simiente que hace el comienzo y el fin, aunque a través de diferentes individuos, todos los cuales, aun siendo distintos, participan, sin embargo, de la misma esencia.