El único rumbo para una civilización que afronta su propio final: Aprender cómo pedir perdón y cómo reparar en alguna diminuta medida el daño devastador que les hemos hecho a nuestra familia humana y a las demás criaturas y a la hermosa tierra. Amar y perdonarnos los unos a los otros lo mejor que podamos. Y aprender a decir adiós.