Premios y castigos para motivar la conducta del niño (Hijos y padres felices)

preferible ofrecer pocos premios, que estos sean poco importantes, ofrecerlos de manera privada (para evitar el componente de competición o discriminación), y en

todo caso, evitando hacer un gran acontecimiento del momento. Cuanto más sutiles seamos, mejor. Esto es aplicable sobre todo para las pequeñas cosas del día a día, lo cual no quita que, de manera puntual, para celebrar algún gran logro del pequeño podamos ser un poco menos discreto

después de que se haya producido la conducta (y no antes de la misma). Preferiblemente, justo después de la conducta que queremos reforzar (de forma contingente).

motivación extrínseca es la que viene de fuera, la que nos lleva a hacer algo para lograr otro objetivo; es hacer algo para conseguir otra cosa diferente.

ué rápido has recogido los juguetes, ¡qué bien! Así nos da tiempo a leer un cuento más antes de ir a dormir» (consecuencia positiva), es muy distinto a «Si recoges los juguetes rápido, lee

leeremos un cuento antes de ir a dormir» (coacción: haz esto para obtener esto otro), y también es distinto de «Si no recoges rápido los juguetes te quedas sin cuento» (castigo por pérdida de privilegios). La diferencia parece sutil, pero el efecto que tiene en el niño y en su motivación es importante. Un problema que puede darse es que, a veces, si alguien recibe por sorpresa una recompensa por haber hecho algo, puede esperarlo en las sucesivas ocasiones e interferir en su motivación o in

forma de evitarlo es ofrecer esa recompensa sin hacer referencia a que su presencia se ha debido a una conducta concreta. Es decir, siguiendo el ejemplo anterior, no le diríamos nada y directamente le preguntaríamos por el libro que quiere que le leamos, lo cual se parece bastante a hacerlo de manera incondicional.

una serie de respuestas emocionales negativas (por ejemplo miedo, rabia, ansiedad, etc.) en quien lo recibe;

permitiera el ejercicio abusivo de este derecho.

orregir razonable y moderadamente a los hijos» y en nuestro derecho se ha venido reconociendo tradicionalmente la facultad de corregir y castigar a los hijos, aunque no se permitie