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Natasha Brown

Reunión

  • Tess Pedrohar citeretfor 3 år siden
    Toda la vida me he guiado por el principio de que, cuando me enfrento a un problema, debo esforzarme por descubrir qué puedo hacer para superarlo, o amoldarme, o trazar un camino que lo sortea, o excavar un túnel por debajo, incluso. Así es como me prepararon. Así es como nos preparamos, como enseñamos a nuestros hijos a abordar este lugar lleno de obstáculos, uno tras otro. Trabaja el doble. Sé el doble de bueno. Y, siempre, intégrate.
  • Constanza Marambiohar citeretfor 2 år siden
    Es el impulso de un chico que comprende a su vez, en su carne y en sus huesos y en su sangre y en su piel, que ha nacido para timonear esta gran nación, en la que el sol nunca se pone. Todavía no. Aún luce el sol. Y el cielo es increíblemente azul. Vuelve a ser él.
  • Constanza Marambiohar citeretfor 2 år siden
    La mano blanca que va impresa en la furgoneta blanca blande unas esposas plateadas frente a un fondo negro, y junto a ella, un letrero con efecto sello le estampa a esa burla tan de patio de colegio una legitimidad pagada del bolsillo de los contribuyentes: VETE A CASA o atente a las consecuencias.
  • Constanza Marambiohar citeretfor 2 år siden
    Cómo voy a usar un lenguaje como este para examinar la sociedad a la que refuerza? La sociedad que lo concibió; cuya voz lo dotó de existencia y lo impulsó a la madurez, mientras su pueblo emborronaba con su erudita caligrafía cualquiera de los lugares que yo podría considerar mi casa?
  • Constanza Marambiohar citeretfor 2 år siden
    La respuesta: integración. Siempre, la presión está ahí. Intégrate, intégrate... Fúndete en el crisol. Y luego, sal y viértete en el molde. Comba tus huesos hasta que se astillen y rompan y encajes al fin. Doblégate hasta tener su forma. Intégrate, dicen, animándote. Luego, con el ceño fruncido. Más tarde, una y otra vez. Y, siempre ahí, calladamente, bajo el lenguaje apremiante de tolerancia y cohesión: ¡desaparece! Dilúyete en la sopa multicultural londinense. No como Lou. Aquí, no. Dentro, no.
  • Constanza Marambiohar citeretfor 2 år siden
    Que debo tomar una decisión.

    Nada es una decisión.

    Pero no confío en poder decir lo que quiero decir, así que lo único que digo es que me marcho. Es hora de volver al trabajo. Busco mis cosas, tengo que irme.

    Nada es una decisión.
  • Constanza Marambiohar citeretfor 2 år siden
    Mis padres y mis abuelos no habían tenido estas oportunidades; sentía que no me podía permitir desperdiciar las mías. Aun así, no me parecía correcto propagar esas mismas creencias entre una nueva generación de niñas. Era una forma de camuflar la falta de progreso: daba a sus aspiraciones una forma sumisa y uniforme, y las convertía a ellas mismas en trabajadoras agradecidas y diligentes que comprendían su papel en la sociedad. Que conocían los límites de todo ascenso.
  • Constanza Marambiohar citeretfor 2 år siden
    Le dije a mi novio que no pasaba nada. Estaba bien. No hacía falta que me acompañase. Pero él insistió en que al menos quedásemos para tomar algo después del trabajo. Una salida para levantar los ánimos. Vale. Hacía una noche bastante agradable, con una temperatura impropia de septiembre. Tomamos cerveza en el césped del viejo pub que hay cerca de la estación de Blackfriars. Y todo, le dije, estaba bien. Falsa alarma. Las palabras falsas podían parecer ciertas. Se convenció fácilmente, acostumbrado como estaba a los finales felices y las soluciones indoloras
  • Constanza Marambiohar citeretfor 2 år siden
    Ahí está el tema. Yo llevo cinco años aquí. Mi mujer... siete u ocho. Hemos estado trabajando, hemos pagado nuestros impuestos. ¡Vamos con Inglaterra en la Copa del Mundo! Así que cuando el gobierno nos mandó registrarnos, que nos bajásemos la aplicación esa y pagásemos para registrarnos, nos dolió. Esta es nuestra casa. Nos sentimos expulsados. Es como si a ti te dicen: Vete a África. Imagínate que te dijesen: no-no, tú no eres británica de verdad, vete a África. Pues eso.
  • Constanza Marambiohar citeretfor 2 år siden
    Se quedó mirando sus párpados cerrados y temblorosos mientras la lengua lenta de él empujaba y hurgaba en la suya. Visualizó su propio cuerpo, con las extremidades encogidas, metido en una caja. Él se apartó, sonrió, soltó una risita, bajó la vista hacia ella. Le acarició el hombro, luego los dedos, luego la cara. No pasa nada, le dijo. No pasa nada, no pasa nada
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